miércoles, 30 de marzo de 2011

El aliño de una ensalada

Son casi las 11 de la noche y acabo de terminar de cenar. He llegado tarde a casa, porque me he entretenido entre que he salido de la biblioteca y ahora, y al llegar, me he encontrado a mi bendita madre durmiendo... claro, es lógico que la mujer entra a trabajar mañana muy temprano, y no es plan de decirle "¿Oye, y donde está mi cena?" Asique, como no tenía ganas... bueno, para que engañarnos... no se cocinar, me he encontrado en la nevera una bolsa de ensalada con bastantes ingredientes, de esas que venden ya mezcladas, me la he servido en un plato, y la he puesto en la mesa.

Al probar un trozo de lechuga, me he dado cuenta de que su sabor era insípido, que no sabía a nada, que le faltaba... no se, un poco de gracia, y al probar un trozo de col, ha llenado mi boca un sabor fuerte y genuino totalmente diferente a la lechuga de esa ensalada. Lo mismo ha pasado con un trozo de zanahoria, que tenía un sabor similar al de la lechuga, pero totalmente diferente, asique, tras 5 minutos, mirando la ensalada con más ganas de tirarla a la basura que de comérmela, he decidido aliñarla con aceite, sal y vinagre.
El resultado era totalmente diferente... la insípida lechuga tenía un gusto agradable, la cebolla no era tan intensa, y la zanahoria tenía un cierto punto de deliciosa alegría... y no se porqué, de pronto, y al añadirle esa pizca de esos tres ingredientes, he empezado a ver la ensalada totalmente apetecible y deliciosa...

¿Sabeis? Creo que esa insignificante ensalada, bien representa lo que es o podría ser el mundo. Una mezcla de cientos de ingredientes, cada ensalada con unos pocos, completamente diferentes... sabores insípidos, sabores apetecibles, sabores indiferentes, sabores que te encantan y sabores que odias, y sin embargo, ahí estaban todos mezclados y en armonía, mientras tu, a pesar de tener la oportunidad de elegir comer solo algunos ingredientes, te los comías todos, mezclados, sin importar si era un trozo de lechuga, de col, de maiz o de zanahoria, ni te fijabas en ello... ¿y porqué? Creo, que porque al igual que pasa muchas veces en la vida, no hay que pensar tanto en la consistencia de las cosas, como representa el aceite, has de tener caracter y sabor propios, como tiene el vinagre, y lo más importante, no hay que olvidar ese toque de humor y felicidad que te proporcionan esos diminutos granitos de sal

domingo, 20 de marzo de 2011

Un lobo con disfraz de cordero...

... Y así es mucha de la gente que conozco, y mucha de la gente con la que trato, parecen buenos, dulces y amables, pero todos tienen dientes y todos están deseando abalanzarse sobre una presa indefensa en cuanto tienen oportunidad... No se, si al igual que los animales, las personas también tememos ese instinto de inseguridad y de territorialidad, de marcar a otros de nuestra especie y de enseñarles los dientes como muestra de nuestro poder intimidatorio, pero a la vez, intentando espantar lo que desde luego, puede ser un problema para nuestra falsa idea de que vivimos seguros.

No soy de los que se escapan de ésta crítica. Ya dije hace demasiados años, que una de las taréas más complicadas para una persona es ser capaz de hacerse una auto-crítica, y aunque a veces no sea capaz, o no sea parcial, creedme que me la hago. Es verdad, que mi vida sigue tranquila y sigue apacible... como si todo lo que me rodease fuese una inmensa piscina de agua cristalina, y ahí me encontrase yo, haciendome el muerto en el centro de esta, escuchando el sonido del viento empujando el agua y sin saber hacia que lado me estoy moviendo... Y para que engañarnos, las cosas me están saliendo bien, no tengo demasiados problemas, y estoy bastante entusiasmado con alguien, lo que me hace, por lo menos, tener una ilusión en mente con la que mi sentido común permanece embobado, en lugar de dar vueltas y chocarse con las paredes....
Pero si, me estoy equivocando a la hora de mostar mis dientes. Hay quien me quiere y se ofrece a darme ese cariño tan necesario para una persona como el aire para respirar, y sin embargo, sigo negandola y rechazándola... y una vez hecho el daño, empiezo a darme cuenta de lo imbecil que soy, y toca empezar de 0. Un "lo siento", una palabra realmente vacía, pero que significa 1000 cosas... pero parece que no caigo en la cuenta de que al igual que mi paciencia puede tener un límite, la de los demás hacia mi también, y creo que el límite de esa persona está lejos... pero quizás no lo esté tanto... si, ha vuelto a haber bronca, y ahora mismo me siento realmente mal conmigo mismo....

No se... quizás el llevar tanto tiempo demasiado bien, me haya quitado la buena costumbre de escribir lo que siento, para leerlo yo mismo y para recordarlo con una sonrisa, o para que, de alguna manera, alguien pueda entender lo que digo (dificil, porque creo que si no se sabe por donde van las cosas, van escritas demasiado en clave) o simplemente, para que critiquen esto... cosa que no me importa tampoco, porque las críticas bien expuestas y bien aceptadas, son una de las mejores maneras de aprender en la vida.

....Como decía Rorschach: "Esta ciudad me teme, he visto su verdadero rostro"

¿Sabeis? Hoy hace un año justo, que empezó el fin de mi vieja vida... fue un dia de miradas y sonrisas que acabó de la mejor manera posible, pero en el día siguiente, todo lo peor que podía pasar empezó... un golpe tras otro golpe, hasta que volví a arrodillarme para besar el suelo y a saborear lo amargo de los sueños rotos... pero me da igual, a dia de hoy, sigo en pie, aunque tampoco se por cuanto tiempo...